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Érase una vez en el fin del mundo

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El activismo no se trata de crear un éxito puntual o de tener repercusión en los medios, sino de crear empatía a través de la narrativa y la estrategia

10.11.2023
PALABRAS POR MARTINA SASSO

Érase una vez en el fin del mundo

El activismo no se trata de crear un éxito puntual o de tener repercusión en los medios, sino de crear empatía a través de la narrativa y la estrategia, de inventar la historia más convincente y desarrollar un conjunto de herramientas que puedan dar vida a esa historia en determinados momentos estratégicos.

INDEX

1. In the marine waters of the Northwest, these orca whales prey exclusively on fish—and not just any fish: salmon, and preferentially Chinook, the biggest salmon in the Pacific. In this, these orcas (sometimes called Southern Residents) have plenty in common with some of the other longtime native residents of this place: the Lummi Nation.

2. In the Lummi language, the local orcas are called Qwe ‘lhol mechen.

3. When the Lummi first came to this Douglas fir and cedar cloaked land and its glacially carved bays and inlets, the Southern Residents were here to greet them.

Me gustaría compartir la historia y las reflexiones de cómo una comunidad de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (TFAIAS), desempeñó un papel crucial en la promulgación de un proyecto de ley que prohibía la cría de salmón en granjas de red abierta. Como resultado, Argentina se convirtió en el primer país en prohibir esta industria en sus aguas.

Todo buen plan comienza con una reunión secreta. En una cabaña alejada, en las montañas de Ushuaia, reunimos a un grupo diverso de científicos, activistas, residentes locales participativos, abogados, representantes de la comunidad chilena de Chiloé y algunas ONG de larga trayectoria comprometidas con la lucha contra la industria del salmón, como Greenpeace y Oceana. En aquel momento, no sabíamos nada sobre salmonicultura, era una industria nueva en nuestro país, así que tuvimos que aprender rápido y diseñar un plan de acción inteligente.

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CRÉDITOS
Foto por Francisco Ferraro @fferrarophotography

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CRÉDITOS
Foto por Francisco Ferraro @fferrarophotography

Durante esa jornada, todos conocimos el terrible impacto ambiental que causa esta industria, los daños sociales y culturales que provoca y los alimentos insalubres que produce. Esa misma noche, se nos ocurrieron un montón de argumentos que podrían constituir la narrativa perfecta para impulsar el cambio.

Mientras nuestro equipo de abogados analizaba toda la información pública disponible, como documentos y acuerdos entre Argentina y Noruega, nosotros realizamos una encuesta muy sencilla en la que les preguntábamos a los argentinos qué pensaban del salmón crudo. La mayoría creía que era una especie autóctona de nuestro país o, en el mejor de los casos, que se pescaba en otras partes del mundo. 


 Casi todos los entrevistados coincidían en que el salmón era un pescado delicioso, caro y de primera calidad, pero, sobre todo, un alimento sano.

Sabíamos que solo una pequeña parte de la sociedad se preocupa por el medioambiente, pero también sabíamos que la inmensa mayoría sí se preocupa por su propia salud.

Tuvimos que idear una campaña contundente. Queríamos crear conciencia sobre los efectos poco saludables de comer salmón y teníamos que buscar las voces adecuadas para que nos representaran: a veces, el mensajero es más importante que el mensaje. ¿Quiénes son los que nos enseñan y nos recomiendan qué comer cada día? Los chefs.

Nos asociamos con Patagonia Argentina y convencimos a los mejores chefs de nuestro país sobre los efectos devastadores de la industria salmonera. Narda Lepes, Christophe Krywonis, Germán Martitegui, Mauro Colagreco, Lino Adillón y Francis Mallmann, entre otros, se encargaron personalmente de difundir el mensaje: “No coman salmón de criadero”. Incluso anunciaron que retirarían el salmón de sus menús no solo en Argentina, sino en todos sus restaurantes del mundo. El plan ya estaba en marcha.

Había llegado el momento de dar a conocer las consecuencias nefastas de esta industria extranjera ante los responsables de la toma de decisiones. La empresa salmonera noruega se había comprometido a generar más de 1000 puestos de trabajo y a fomentar el desarrollo de la localidad de Almanza. Éramos conscientes de que la conversación no giraría en torno a las repercusiones ambientales o culturales, sino a las oportunidades económicas que se presentaban.

Iniciamos nuestros esfuerzos colaborando con la Universidad de TFAIASpara realizar un estudio económico. Este estudio comparaba la industria del salmón con el sector del turismo de naturaleza, ya consolidado, que se vería afectado por la llegada de esta nueva industria. Los resultados del estudio fueron abrumadores. Con una fuerza laboral de 16.500 personas y un gran volumen de ingresos, la industria turística surgió como el sector más productivo y el que merecía ser preservado. Para difundir estas conclusiones entre el público en general, lanzamos una campaña en los medios de comunicación. Sin embargo, el impulso cobró mayor fuerza cuando logramos publicar la investigación en una revista económica reconocida a nivel mundial.

Habíamos llegado a un punto culminante de nuestra historia, un momento en el que la mayoría de los activistas podrían haber sentido que habían logrado la victoria. Sin embargo, todavía estábamos lejos de la línea de llegada. Es crucial considerar las herramientas necesarias para sostener un triunfo a largo plazo y, en nuestro caso, eso significaba contar con un proyecto de ley para prohibir los criaderos de salmón en el océano y fomentar la producción en tierra firme. El 15 de septiembre de 2020, dos legisladores provinciales, Mónica Urquiza y Pablo Villegas, dieron un paso fundamental al presentar un proyecto de ley para prohibir la cría de salmón en granjas de red abierta en TFAIAS.


Cuando sientas que los resultados de la campaña son buenos, es momento de amplificarlos.

Nos pusimos en contacto con colegas de varios países y les pedimos que difundieran el documental “Contracorriente” (1) en todos los medios posibles. Los titulares de los periódicos argentinos declaraban con orgullo el reconocimiento internacional alcanzado por el documental fueguino.

Había llegado el momento de cambiar el tono de la narrativa. Si hubiéramos seguido utilizando el mismo tono, la historia se habría vuelto previsible y aburrida. Pasamos de un tono de queja a uno de ánimo y gratitud. Estábamos en la recta final y la estrategia era mantener la tensión. Realizamos movilizaciones en apoyo al proyecto de ley y creamos una estrategia internacional para motivar al gobierno a avanzar con su idea de aprobarlo. En las semanas previas, organizaciones de diversos rincones del mundo enviaron cartas de apoyo, instando a Argentina a dar este gran paso y, en algunos casos, elogiando la iniciativa.

El mundo entero tenía la mirada puesta en Argentina y en los legisladores de TFAIAS. Era el momento perfecto para un final inesperado y conmovedor. En un evento único, más de 40 kayakistas de Argentina y Chile se reunieron en la línea imaginaria que divide ambas naciones para apoyar el proyecto de ley que buscaba prohibir la industria salmonera. Dos países con rivalidades pasadas unidos por un objetivo común, una imagen poderosa que, sin duda, tocó los corazones de todo el continente.

Por fin llegó el día que tanto esperábamos: el 31 de julio de 2021. Ese día, la legislatura provincial aprobó por unanimidad una ley que prohíbe la cría intensiva de salmón en aguas de TFAIAS. Sin lugar a duda, fue un acontecimiento mundial histórico. Cabe destacar que TFAIAS es la única provincia de nuestro país donde, por su singular geografía costera, podría instalarse la cría intensiva de salmón. Al restringir esta actividad en las aguas provinciales, se puso un freno inesperado a la cría intensiva de salmón en todo el país, un giro que tomó por sorpresa a la industria.

Todo este proceso me ha llevado a contemplar la necesidad de un nuevo tipo de activismo, complementado con estrategias individuales. Debemos dejar a un lado nuestros logos y egos, y permitir que nuestras acciones empoderen a los demás. También he llegado a comprender la importancia de mantener nuestra individualidad en medio de los esfuerzos colectivos. Estoy convencida de que la fuerza se expande a través de la unidad y la diversidad.

Inspirados por la erradicación de la cría de salmón en nuestro país y por los esfuerzos de otros activistas internacionales como Doug Tompkins, Yvon Chouinard, Alexandra Morton, Frederik Mowinckel, Cristina Mittermeier, Don Staniford y Corin Smith, entre otros, reconocimos la necesidad imperiosa de colaboración entre diversas comunidades de todo el mundo. En noviembre de 2021, comenzó un nuevo capítulo de esta historia. Creamos la Resistencia Global a la Salmonicultura (GSFR, por sus siglas en inglés), una alianza internacional dirigida por las acciones de más de 60 ONG, activistas, científicos y particulares. 

Nuestros esfuerzos colectivos están orientados a apoyar el activismo local y a promover cambios en las políticas públicas de 13 países.

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