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Orígenes de la guerra del salmón

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El lado oscuro de nuestro pescado favorito. En enero de 2020, nos sentamos en un concurrido centro comunitario de Mahone Bay, un pueblo cercano a nuestra casa en la

10.11.2023
PALABRAS POR DOUGLAS FRANTZCATHERINE COLLINS

Orígines de la guerra del salmón: 
el lado oscuro de nuestro pescado favorito

En enero de 2020, nos sentamos en un concurrido centro comunitario de Mahone Bay, un pueblo cercano a nuestra casa en la costa sur de Nueva Escocia, al este de Canadá. Un vecino había mencionado que una organización cívica estaba patrocinando una reunión pública para abordar la amenaza de las propuestas para instalar más de 20 nuevos criaderos de salmón de red abierta a lo largo de nuestra costa. Tuvimos la posibilidad de escuchar a ambientalistas, activistas comunitarios y pescadores de langosta expresar su profunda preocupación por los posibles daños de estos criaderos flotantes. Fuimos por curiosidad y nos fuimos con un plan.

INDEX

1. In the marine waters of the Northwest, these orca whales prey exclusively on fish—and not just any fish: salmon, and preferentially Chinook, the biggest salmon in the Pacific. In this, these orcas (sometimes called Southern Residents) have plenty in common with some of the other longtime native residents of this place: the Lummi Nation.

2. In the Lummi language, the local orcas are called Qwe ‘lhol mechen.

3. When the Lummi first came to this Douglas fir and cedar cloaked land and its glacially carved bays and inlets, the Southern Residents were here to greet them.

No éramos ajenos a los daños causados por las granjas de salmón. Casi 30 años antes, el padre de Catherine, Paul Collins, un ávido pescador, se había alarmado por el impacto de una pequeña piscifactoría de salmón en la bahía de Liverpool, cerca de su casa de campo junto al océano. Como muchos, al principio, Paul esperaba que la aparición de este nuevo tipo de acuicultura ayudara a aliviar la presión sobre el menguante número de salmones salvajes del Atlántico. Al cabo de un año, Paul se dirigió a la granja en un pequeño bote para ver si había tenido algún impacto en el medioambiente circundante. Lo que encontró fue una zona muerta alrededor de la granja, producto de la acumulación de exceso de pienso, excrementos y pesticidas.

La verdad es que, en los años siguientes, nos olvidamos de aquel pequeño criadero de salmón. Como muchos otros, comprábamos “salmón fresco del Atlántico” en Whole Foods, Costco y otros supermercados. Estábamos ocupados trabajando y criando a nuestros tres hijos, así que confiábamos en las acciones de marketing que anunciaban que el salmón era sano y que se criaba de forma natural.


Sin embargo, después de la reunión en Mahone Bay, comenzamos a reflexionar sobre lo que habíamos estado comiendo y a preguntarnos si nuestras elecciones estaban dañando el medioambiente y, posiblemente, la salud de nuestra familia.

Para encontrar las respuestas a estos interrogantes, decidimos hacer lo que habíamos hecho durante toda nuestra carrera: investigar.

Ambos tenemos amplia experiencia como periodistas de prensa y como investigadores profesionales. Después de 37 años como periodista y editor de periódicos, en 2009, Doug asumió el cargo de investigador jefe de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Casi en la misma época, Catherine comenzó a desempeñarse como investigadora privada especializada en fraude financiero internacional, un área en la que pudo capitalizar todas las competencias que había desarrollado en su reconocida trayectoria como periodista y corresponsal extranjera.


LA GUERRA DEL SALMÓN
POR DOUGLAS FRANTZ Y CATHERINE COLLINS

En 2020, ya habíamos escrito juntos varios libros sobre temas que iban desde el Holocausto en el mar hasta el tráfico de armas nucleares. Era momento de aplicar todo lo que habíamos aprendido a la industria salmonera. Entrevistamos a científicos, médicos, pescadores, activistas y profesionales de la acuicultura. Leímos estudios académicos y documentos judiciales, y sacamos a la luz expedientes penales que no habían sido divulgados hasta entonces. Viajamos a piscifactorías de salmón en el mar y en tierra. El resultado fue Salmon Wars: The Dark Underbelly of Our Favorite FIsh (La guerra del salmón: el lado oscuro de nuestro pescado favorito), que se publicó en julio de 2022.

El libro cuenta historias atrapantes de personas a ambos lados de la red, pero nuestros hallazgos pueden resumirse en las respuestas que encontramos a tres preguntas críticas que giran en torno a la industria mundial de la cría de salmón, valorada en 20.000 millones de dólares.

En primer lugar, y lo más importante: ¿es sano comer salmón de criadero? Los médicos recomiendan comer salmón por sus proteínas, nutrientes y ácidos grasos omega 3, que son saludables para el corazón. La Asociación Estadounidense del Corazón sugiere consumir al menos dos raciones de pescado por semana. Pero rara vez especifican el tipo de salmón que se debe comer, así como tampoco advierten de los peligros de comer peces que se han pasado la vida nadando en sus propias heces y han sido rociados con pesticidas y antibióticos.

Muchos expertos y estudios científicos ponen en duda la afirmación generalizada de que el salmón debe formar parte de una dieta saludable cuando el pescado procede de criaderos de red abierta. Algunos tipos de salmón de criadero pueden ser más saludables que otros, pero los consumidores no suelen disponer de información suficiente para tomar esa decisión. 


Es poco probable que las etiquetas revelen que el salmón es de criadero y mucho menos que identifiquen los productos químicos utilizados para criarlo.

El Departamento de Agricultura de EE. UU. ni siquiera tiene una definición de salmón orgánico. No se trata de un problema nuevo. Ya en 2004, los científicos descubrieron niveles de bifenilos policlorados, un probable carcinógeno conocido como PCB, siete veces superiores en el salmón del Atlántico procedente de criadero que en el salmón salvaje. Estudios más recientes han detectado niveles elevados de antibióticos y de otras sustancias químicas en el salmón de criadero. Las toxinas suelen acabar en la carne del salmón y se acumulan en quienes lo consumen.

Algunos estudios advierten que ingerir salmón del Atlántico procedente de criadero una sola vez al mes puede exponer a los consumidores a niveles de contaminantes que superan los valores máximos sugeridos por la Organización Mundial de la Salud. El riesgo es mayor para los lactantes, los niños y las mujeres embarazadas debido al daño que los contaminantes podrían causar en sus cerebros en desarrollo.

En segundo lugar, ¿es sostenible el salmón de criadero? Los criadores afirman que sus salmones son criados de forma natural y que representan una solución a la escasez mundial de proteínas. Estas afirmaciones son engañosas.

El 25 % o más del pienso que consume el salmón de criadero procede de anchoas, sardinas, caballas, arenques y otros peces pequeños de forraje que deberían comer las personas, no los peces. Enormes redes de arrastre saquean las zonas pesqueras de las costas de África Occidental y Perú. Esto genera un aumento en la inseguridad alimentaria y despoja a los pescadores locales de sus fuentes de ingresos. Para expresarlo en términos más contundentes: la organización benéfica británica Wildfish.org calcula que, para que un salmón de criadero alcance su peso comercial, se trituran en harina de pescado 440 pequeños peces salvajes.


Desde el punto de vista del bienestar de los peces, las piscifactorías de salmón de red abierta presentan la tasa de mortalidad más alta de todas las producciones alimentarias animales.

Las mejores estimaciones que encontramos indican que entre el 20 y el 25 % de los salmones de criadero mueren cada año antes de poder ser cosechados. El ganado de engorde muere a un ritmo del 3,5 % anual y los pollos de granja industrial, al 5 %.

Por último, ¿los criaderos de salmón perjudican al medioambiente? Saca tus propias conclusiones.

Los peces pasan de dos a tres años en criaderos de red abierta que contienen hasta un millón de salmones hacinados en 10 o 12 jaulas. Los corrales se extienden a 9 metros bajo la superficie y están anclados al lecho marino. Las jaulas son placas de Petri para pequeños parásitos llamados piojos de mar y muchos virus que matan a los peces de criadero y ponen en peligro a los salmones salvajes cuando las corrientes los arrastran fuera de las piscifactorías.

Para combatir los parásitos y patógenos, se emplean dosis masivas de antibióticos y pesticidas, incluidos neurotóxicos prohibidos. Una parte de los residuos acaba en la carne del salmón y otra cae al fondo marino debajo de las jaulas. Los residuos no tratados del exceso de pienso, el pescado en descomposición, los excrementos y los residuos químicos forman un brebaje tóxico que mata a las langostas y ahuyenta la vida marina a cientos de metros. Una foto que encontramos como parte de la investigación mostraba una vara de medir clavada en el fango debajo de un criadero de salmón que marcaba 32 pulgadas. Curiosamente, el ataque de la industria salmonera a nuestro libro se centró en esa foto. Los fanáticos del sector afirmaban que la foto era falsa o que había sido tomada cerca de un criadero de truchas. Nosotros sabíamos quién había tomado esa foto, dónde y cuándo, y teníamos la documentación para demostrarlo.

El intento de desacreditar la foto formaba parte de una campaña contra nuestro libro llevada a cabo por representantes de la industria salmonera. Los esfuerzos se hicieron eco de los ataques contra los científicos que, en 2004, sacaron a la luz las toxinas que se encuentran en el salmón de criadero y contra casi todos los críticos de la industria desde entonces. ¿Respondió la industria a nuestras preguntas antes de que publicáramos el libro? No. Los representantes de la industria rechazaron los numerosos pedidos de entrevistas e información, y prefirieron responder a posteriori a través de representantes pagos y de la prensa cautiva del sector.

Desde la publicación del libro en 2022, hemos seguido participando en la campaña para eliminar las piscifactorías de salmón de red abierta. Lo cierto es que hay muchos otros peces para elegir. Y si quieres seguir comiendo salmón, creemos que los criaderos en tierra son una forma de satisfacer la demanda mundial de salmón que resulta más sana y más respetuosa con el medioambiente. Las ganancias son demasiado altas y la responsabilidad demasiado baja para que el sector de criaderos de red abierta cambie por sí solo. Los consumidores deben estar dispuestos a retirar de la mesa este pescado de calidad inferior por el bien del planeta y de sus habitantes.

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